Los ulmos son unos de los árboles más característicos del bosque siempreverde de esta zona cordillerana. Puede alcanzar los 40 metros de altura, y 2 metros de diámetro en sus bases.
Los árboles maduros generan brotes desde las raíces en su edad madura (¿los ves?), por eso muchas veces los vemos dispuestos en círculos.
Han sido explotados intensamente en la zona, y en Chile por la calidad de su madera (construcción, leña y carbón, durmientes, tejuelas, taninos en la corteza para curtiembre, etc.).
Los árboles más viejos, torcidos y con nudos, fueron menos talados por tener menor valor comercial (o ser muy complejos de procesar) durante la explotación en los años 1940-50. Afortunadamente, los podemos ver hoy, enormes. Pero, si te fijas bien, hay muy pocos ejemplares más jóvenes, de tronco liso y recto.
Sus aromáticas flores inundan el bosque, danzan en las aguas, nievan con el viento. Y el zumbido veraniego hace que parezca que en cualquier momento ese enorme árbol va a despegar... ¡Y es que le encanta a las abejas! Y con ellas hacen la más aromática de las mieles.
Hoy buscamos conservarlos, para que sean gigantes del bosque, que sostienen un universo de vida.